La falta de planificación en nuestra economía personal puede causar importantes daños en nuestra salud financiera. Saber identificar y gestionar nuestras deudas es fundamental para evitar que estas crezcan sin control. Para que esto no pase, te contamos dos métodos fáciles y útiles que podrás aplicar cuando lo necesites. 

El sobreendeudamiento es uno de los principales problemas que se presentan cuando no llevamos un control de nuestras finanzas. Si no prestamos atención a ir aumentando nuestros ahorros en un determinado porcentaje y los ingresos que recibimos se equiparan casi con los gastos, nuestro bolsillo sufrirá daños que costarán revertir. 

Por eso, antes de explicar qué es el método “bola de nieve” y el método “avalancha”, es importante crear buenos hábitos para no llegar a recurrir a ellos o, si lo hacemos por diversos motivos, que las cantidades a deber no sean excesivas.

¿Qué es la banca digital?

Desplegable

Se trata de la versión online de tu entidad bancaria. En ella, puedes encontrar los servicios que recibirías en una sucursal, como la atención al cliente o la apertura de una nueva cuenta corriente, así como otras funcionalidades personalizadas que te ayudarán a gestionar tus finanzas en cualquier momento y lugar.

Como mencionábamos al comienzo, cuando hablamos de gestión financiera, todo debe comenzar por la planificación de nuestra economía doméstica; es decir, ser conocedor de qué gastos e ingresos tenemos habitualmente y de forma puntual (un ejemplo de ello sería el pago del seguro de nuestro vehículo o la matrícula de la universidad). Hacer una lista con dos columnas y usar cada una de ellas para categorizar aquellos importes que suman o restan en el balance de nuestra cuenta bancaria será una forma fácil de ser más conscientes de nuestra situación financiera. 

Una vez hayamos listado todos estos aspectos, es muy recomendable que los categoricemos en función de su naturaleza. Así, dentro de la columna de los gastos, tendremos una sección relativa, por ejemplo, al pago del alquiler o la hipoteca; otra para las facturas del domicilio como el agua, la electricidad o Internet; una que recoja gastos recurrentes como pueden ser el transporte o las compras en alimentación; y, por último, una en la que recojamos todos esos pequeños gastos del día a día, como puede ser ir a tomar un café en un bar a la hora del desayuno -también llamados “gastos hormiga”-, que, aunque supongan pequeños importes, si los sumamos, son una cantidad a valorar. 

Realizando una resta entre los ingresos y los gastos, veremos qué ahorro estamos consiguiendo a final de mes. Es muy importante que esta diferencia sea, al menos, del 20%, cumpliendo así con la regla del 50/30/20: el primer porcentaje se destinará a los gastos esenciales; el segundo, a los no esenciales; y el tercero, tal y como hemos dicho, al ahorro. Gracias a esta cantidad que iremos incrementando cada mes, tendremos una mayor capacidad para asumir gastos que, por ejemplo, no tengamos previstos; y podremos fijar también un objetivo como comprar un nuevo vehículo, evitando caer en deudas excesivas.

Para cumplir la regla del 50/30/20, debemos ceñirnos a estos porcentajes. Imaginemos que estamos viendo el primero de ellos, con compras esenciales en nuestro día a día y uno de los puntos es la compra en alimentación. Para hacerla de forma eficaz y evitar caer en tentaciones, debemos poner en una lista todos aquellos productos que realmente necesitemos. Una vez estemos en el supermercado, tendremos que comprometernos a coger únicamente lo que figura en esta lista, evitando caer en tentaciones y no dejándonos llevar por la impulsividad de compras innecesarias.

Este punto aplica tanto a productos muy comunes vinculados, por ejemplo, a una cuenta bancaria -como puede ser una tarjeta de débito o de crédito- como a otros también orientados a la financiación -por ejemplo, los préstamos o los créditos-. Recurrir a ella no es un problema, siempre que entendamos que es lo que necesitamos en función de nuestro perfil y necesidades; lo que sí lo es, es no realizar un seguimiento de lo que vamos gastando. Una buena aliada para esto es la app de tu banca digital, en la que podrás ver -en función de la entidad- lo que vas consumiendo al pagar, entre otros, con tu tarjeta de crédito, aunque el cargo se efectúe con la frecuencia que hayas establecido.

En relación con el punto anterior, es fundamental realizar un control detallado de aquellas deudas que tengamos. Es muy importante que evitemos asumir nuevas si ya tenemos alguna. El momento más idóneo para hacerlo es una vez solventemos las presentes y evitar así que se acumulen todas y deriven en un sobreendeudamiento con consecuencias muy perjudiciales para nuestra salud financiera.

¿Qué es el método “bola de nieve” y el método “avalancha”?

El método “bola de nieve” consiste en reunir tus deudas y empezar a pagar aquellas que supongan un menor importe. Una vez hayamos solventado la primera de ellas, pasaríamos a la siguiente disponible que suponga una cuantía más baja. Lejos de parar, progresivamente nos habituaremos a destinar una parte de nuestros ingresos a este aspecto, por lo que nos será más fácil ir asumiendo el pago de cada una de nuestras deudas sin sentirnos abrumados por las de mayor tamaño. 

Si quieres conocer más detalles acerca de este instrumento, puedes hacerlo en este artículo de Openbank

Por otro lado, el método “avalancha” supone una técnica mucho más agresiva que la anterior, por lo que tiene una tasa de abandono superior; pero también su efecto requiere menos tiempo -lo que supone un ahorro en los intereses- y se logra el objetivo de solventar las deudas antes. En este caso, al contrario que el método “bola de nieve”, trataremos de liquidar primero las deudas con el capital más alto. 

¿Cómo se aplican ambos métodos?

Como habrás visto, la diferencia principal entre ambos métodos se encuentra en el orden en el que vayamos asumiendo el pago de cada una de nuestras deudas. Sin embargo, el procedimiento es casi el mismo en ambos casos.

Empezaremos poniendo en una lista todos los compromisos de pago que tengamos. Más tarde, lo organizaremos de mayor a menor tamaño -método “avalancha”- o viceversa -método “bola de nieve”- y, posteriormente, comprobaremos que podemos cubrir el pago mínimo que requieren todos ellos. 

Una vez lo hagamos, determinaremos la cantidad extra que vamos a abonar en la primera deuda que queremos resolver. En el caso del método “bola de nieve”, la suma entre el pago mínimo y la cantidad extra que abonemos en la deuda más pequeña será el punto del que partamos para abordar la segunda, más el pago mínimo que corresponda. Así la bola de nieve irá creciendo. 

En el caso del método “avalancha”, en lugar de aumentar la cantidad destinada, como partimos de la que requiere el máximo pago, podemos mantener el esfuerzo. Como las deudas irán de mayor a menor tamaño, en los siguientes casos podremos solventar de forma más rápida la liquidación. 

¿No sabes cómo reunificar tus deudas? Lee este artículo de Finanzas para Mortales y podrás aprender cómo hacerlo.

Te puede interesar