Un préstamo personal, una tarjeta de crédito, una hipoteca … Cuando hablamos de productos financieros, nos encontramos con los intereses entre sus condiciones de contratación. A continuación, te contamos todo lo que necesitas saber acerca de ellos. 

Los intereses nos indican tanto el coste de pedir dinero prestado a las entidades financieras como la rentabilidad que nos ofrecen los productos de ahorro o inversión. En ambos casos estamos hablando del precio que cobra una parte por cederle temporalmente su capital a la otra.

Son el resultado de la aplicación del tipo de interés, que es el porcentaje acordado a pagar por el dinero prestado durante la vigencia de la cesión. Por ejemplo, si contratamos un préstamo de 1.000 euros al 5% (tipo de interés) en un plazo de un año, significa que el coste por utilizar ese dinero durante ese año será de 50 euros (los intereses). Al final habremos devuelto 1.050 euros. Existen otras formas de calcular los intereses, como veremos más adelante.

¿Para qué sirven los intereses?

Si requerimos financiación, podemos acceder a ella a través de préstamos o créditos, por parte de una entidad financiera, mientras que si nuestro propósito es obtener rentabilidad por ceder nuestro capital entonces podemos utilizar, por ejemplo, productos como los fondos de inversión, seguros de ahorro o cuentas remuneradas, entre otros.

Tanto si somos prestamistas (acreedores) como si somos prestatarios (deudores), es importante saber cuál es la función de los intereses en estas operaciones financieras. A continuación, te explicamos tres razones por las que se utilizan:

  • Por compensación. Cuando una parte presta su capital está renunciando a la posibilidad de utilizarlo durante el tiempo que esté vigente el préstamo. Por eso, se utilizan como una contraprestación económica para compensar al acreedor por renunciar temporalmente al dinero.
  • Por devaluación. Aspectos como la inflación hacen que el dinero pierda valor. Por ello, cuando una parte presta a otra, sirven también como mecanismo para compensar la pérdida de poder adquisitivo que puede sufrir el acreedor durante el tiempo del préstamo.
  • Por asumir riesgos. Ofrecer intereses sirve para incentivar las inversiones. Como norma general, invertir conlleva diferentes niveles de riesgo, que se refieren a la mayor o menor incertidumbre sobre la rentabilidad del dinero. Cuanto más riesgo tenga la inversión, esta conllevará un mayor tipo de interés.

¿Qué tipos de interés existen?

Generalmente es el banco central de cada país o región el encargado de marcar los tipos de interés de referencia. En la Unión Europea, por ejemplo, es el Banco Central Europeo. Sin embargo, las entidades financieras tienen libertad para decidir sus tipos -tanto los que cobran como los que pagan-, por lo que tienen en cuenta el comportamiento de los mercados a través de la oferta y la demanda.

¿Y el TIN, la TAE y el TIE?

Desplegable

• Tipo de Interés Nominal (TIN): es un indicador informativo que sirve para conocer únicamente el costo de los intereses que pagamos o cobramos por un producto financiero.

• Tasa Anual Equivalente (TAE): tiene en cuenta, además de los intereses, aspectos como los gastos asociados de la operación (comisiones, vinculaciones, entre otros).

• Tipo de Interés Efectivo (TIE): se usa para conocer el costo cuando el periodo de tiempo de cálculo no coincide con el de liquidación de intereses. Este tipo equipara los pagos y cobros del capital e intereses cuando estos se efectúan.

Dependiendo del producto financiero que vayamos a contratar, nos podemos encontrar con diferentes tipos de interés:

  • Fijo. Es aquel tipo que las partes acuerdan desde el comienzo y que no cambia durante la vigencia del préstamo o inversión. Es decir, el porcentaje se mantiene inalterable independientemente del comportamiento de los mercados.
  • Variable. Como su propio nombre indica, este tipo de interés cambia durante la vigencia de la operación, dependiendo de la evolución de los mercados. Se calcula teniendo en cuenta índices de referencia como el Euribor, en el caso de la Unión Europea, que señala el precio al que las entidades bancarias se prestan el dinero entre ellas. El interés variable se utiliza, mayoritariamente, en operaciones a largo plazo.
  • Mixto. Es la combinación de los dos anteriores. Durante el periodo inicial de la vigencia del préstamo el interés se mantendrá fijo y luego se convertirá en variable hasta finalizar la operación.
  • Compuesto. Los intereses generados en un periodo de tiempo -normalmente un año- se van sumando al capital inicial para calcular el nuevo tipo de interés para el siguiente periodo. Por ejemplo, si invertimos 1.000 euros con un tipo de interés anual del 10% significa que, al cabo del primer año, ganaremos 100 euros, con lo cual el nuevo capital es de 1.100 euros; y sobre esa cantidad se calcula el tipo de interés para el siguiente año.
  • Simple. A diferencia del anterior, en este caso no se añaden los intereses resultantes de los periodos anteriores, sino que el tipo de interés se calcula únicamente sobre el capital inicial de la operación, por lo que el resultado siempre es el mismo.

¿Cuánto sabes sobre tipos de interés? Descúbrelo en este test de conocimientos de Tu Futuro Próximo, el blog de Santander Consumer España.

¿Por qué es importante cumplir con los intereses?

Llegados a este punto, ya sabemos qué son los intereses, para qué sirven y cómo se calculan. Sin embargo, hay otro aspecto importante a tener en cuenta y es el del cumplimiento de las obligaciones financieras. Así como nos beneficiamos de la rentabilidad de los productos de ahorro e inversión con los intereses remuneratorios, también es preciso mantenernos al día cuando debemos abonarlos como consecuencia de utilizar financiación.

En caso contrario, existen intereses de mora o moratorios que se establecen para penalizar el incumplimiento en los pagos pactados. Estos suelen ser más elevados para persuadir al deudor de no incurrir en retrasos e implican costes adicionales que pueden generar efectos negativos en nuestra salud financiera. Además, en la mayoría de los países existen leyes sobre la aplicación de este tipo de intereses con el fin de regularlos. En España, por ejemplo, los Presupuestos Generales del Estado establecen el denominado “interés legal” como referencia para calcular los intereses de mora.

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