Última actualización: 17/10/2022
Son un tipo de deuda que emiten las organizaciones, tanto públicas como privadas, para financiar proyectos socialmente responsables con el medioambiente. Constituyen una forma de inversión en activos sostenibles cada vez más popular.
Las finanzas sostenibles han cobrado un papel fundamental en los últimos tiempos, en el impulso de iniciativas para mitigar los efectos devastadores que la crisis climática está ocasionando. Dentro de ellas, destacan los bonos verdes, un tipo de financiación responsable con el medioambiente utilizado por parte de las instituciones públicas o privadas.
La primera emisión de bonos verdes tuvo lugar en 2007 por parte del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y marcó uno de los grandes hitos en el compromiso por construir una banca responsable. Hoy en día, la inversión en ellos supone la opción preferente de muchos inversores y es que, cuando hablamos de qué precio tiene un bono verde, la respuesta confirma la idea de que ser sostenibles no es sinónimo de pérdidas, al contrario. El componente ecológico no encarece la inversión.
Pero, para entenderlos, primero debemos conocer los bonos, un instrumento financiero que se utiliza para obtener liquidez a largo plazo, a cambio de devolver a los inversores la cantidad inicial invertida junto a unos intereses previamente fijados. Así se distingue de otros instrumentos, como por ejemplo ocurre con las letras del Tesoro que emiten los Estados, cuyo vencimiento es a corto plazo.
¿Cómo funcionan los bonos verdes?
En concreto, los bonos verdes tienen una particularidad respecto a otros tipos de bonos, pues tienen un objetivo sostenible: deben destinarse a financiar proyectos que ayuden a paliar las consecuencias del cambio climático o que busquen preservar el medioambiente. Así, este tipo de deuda se enmarca dentro de los criterios ESG (ambiental, social y de gobierno) y el inversor se puede beneficiar de la asignación de unas emisiones evitadas proporcionales a su inversión.
Partiendo de este propósito, ¿cuáles son los requisitos para la emisión de un bono verde? Los Principios de Bonos Verdes -también conocidos por su denominación en inglés “Green Bond Principles”- surgieron para contestar a esta cuestión y servir de guía a las organizaciones para que las asignaciones de capital a estos proyectos sostenibles se haga de manera transparente; así como apoyarlas en la transición hacia una economía verde. Se articulan en torno a cuatro pilares:
La primera y gran premisa, como comentábamos anteriormente, es que el destino deben ser proyectos verdes. En este sentido, la documentación legal de cada uno de ellos tiene que recoger unos objetivos medioambientales precisos (entre los más populares, suelen estar la mitigación de los efectos negativos del cambio climático, la protección de la biodiversidad o la disminución de la contaminación). En esta información, también se precisará si estamos hablando de fondos para la financiación o refinanciación, siendo necesario, en este último caso, indicar las carteras de proyectos o inversiones que sí pueden ser beneficiarias.
Además de los objetivos que comentábamos en el punto anterior, las organizaciones emisoras deben precisar otros aspectos que incidan en la elegibilidad o exclusión de las propuestas, y llevar, conforme a esos criterios, la evaluación de las mismas. En uniones geopolíticas como la Unión Europea, la documentación deberá ser además examinada, con el fin de garantizar su validez, por un revisor externo registrado.
En esta fase, se debe abonar y controlar las cuantías relativas a los bonos, para confirmar que estos se están usando de forma adecuada. Según los Principios, además, “el emisor debe dar a conocer a los inversores los tipos previstos de colocación temporal de los saldos de los fondos netos no asignados todavía”.
El emisor deberá seguir proporcionando información actualizada y periódica sobre el uso de los fondos, así como el impacto medioambiental que se espera como resultado del desarrollo de los proyectos elegidos.
Invirtiendo en bonos verdes, Ana estará apoyando la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en concreto al número 7, “energía asequible y no contaminante”; y al número 13, “acción por el clima”; aunque estimulará también la obtención de otros como tener “agua limpia y saneamiento” (objetivo 6) o la creación de “ciudades y comunidades sostenibles” (número 11).
Emisiones de Bonos Sostenibles de Santander
El Santander’s Global Sustainable Bonds Framework se ha desarrollado en línea con los “Green and Social Bond Principles 2018”, nuestra estrategia de Banca Responsable y con nuestra intención de desplegar capital adicional para proyectos responsables y sostenibles.
Este Santander’s Global Sustainable Bonds Framework permite la emisión de bonos verdes, bonos sociales y bonos sostenibles, que alinean las actividades de financiación con el desarrollo sostenible y nuestro compromiso de contribuir al crecimiento más inclusivo y sostenible.
¿Qué proyectos se pueden financiar con bonos verdes?
Imaginemos que Ana recientemente ha terminado de pagar su hipoteca. En consecuencia, ahora tiene menos gastos, por lo que su capacidad de ahorro ha aumentado considerablemente. Desde hace un tiempo, está pensando en destinar una parte de esos ahorros a alguna inversión. Sin embargo, quiere que esta tenga un fin responsable así que, además de obtener rentabilidad, busca que contribuya al cuidado del planeta y las personas.
Después de informarse acerca de las distintas opciones disponibles, se interesa por los bonos verdes y quiere conocer más sobre los proyectos que podría impulsar gracias a su inversión. Preguntándose qué tipos de bonos verdes existen, descubre una multitud orientada a apoyar:
Contempla iniciativas orientadas al impulso de un transporte limpio, que reduzca la emisión de CO2 y otros gases de infecto invernadero a nuestro planeta. Los coches eléctricos, las bicicletas, etc. se han convertido en alternativas perfectas a los tradicionales vehículos con motores de gasolina o diésel.
Según las Naciones Unidas (ONU), el consumo doméstico de energía global supone el 21% de las emisiones de CO2 que se vierten al planeta. Entre otros, la domótica presenta una solución práctica para hacer nuestro día a día más eficiente.
Esta misma organización cifró en 11.2000 millones de toneladas los residuos sólidos que se producen en la Tierra. En los últimos años, además de la economía colaborativa, han surgido ideas innovadoras para dar una segunda vida a los objetos que ya no necesitamos. Aquellos que, por otras circunstancias, no pueden ser reutilizados, sí pueden llegar a ser las materias primas con las que surjan nuevos productos y servicios, gracias al reciclaje.
Además de la gestión de residuos que hemos mencionado, las emisiones de gases de efecto invernadero están dejando secuelas irreparables en el planeta. Los proyectos que pertenecen a esta categoría ayudan, entre otros, a las organizaciones a lograr cero emisiones netas. Esto es lo conocido como “net zero” y forma parte de uno de los objetivos más ambiciosos de Santander, para 2050, en materia de sostenibilidad.
Muchas organizaciones trabajan para lograr infraestructuras más responsables con el planeta. Sus aportaciones van desde el uso de energías renovables para el funcionamiento de las maquinarias hasta la obtención de materiales biodegradables, pasando por el consumo responsable de agua, además del tratamiento efectivo de aquellas residuales, entre otros. Esta sostenibilidad también se debe reflejar en la gestión que hacemos de los recursos naturales, como puede ser la agricultura y ganadería sostenibles, la forestación y reforestación, el cuidado y protección de entornos naturales, etc.
Con todo este abanico de posibilidades, Ana entendió por qué es tan importante invertir en bonos verdes. Además de sacar rendimiento a sus ahorros, con esta inversión estará apoyando la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en concreto al número 7, “energía asequible y no contaminante”; y al número 13, “acción por el clima”; aunque estimulará también la obtención de otros como tener “agua limpia y saneamiento” (objetivo 6) o la creación de “ciudades y comunidades sostenibles” (número 11).
Tan solo en 2020, las emisiones verdes alcanzaron más de 270.000 millones de dólares (casi 240.000 millones de euros), de acuerdo con los datos de la Climate Bonds Initiative (CBI). Esto ha motivado la aparición de otros bonos más específicos como los bonos azules, orientados a la protección y cuidado de los ecosistemas marinos.