Última actualización: 21/02/2022
Hace unas semanas, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó el Sexto Informe de Evaluación AR6, una serie periódica de estudios desde una óptica científica que concluye, sin lugar a dudas, que la actividad humana ha calentado la atmósfera, los océanos y la Tierra en su conjunto, provocando cambios más rápidos de lo normal en el ecosistema.
Este panel intergubernamental no es un organismo político sino la recopilación de los últimos estudios científicos publicados durante la pasada década, revisados y reunidos por 234 científicos de 66 países para producir, según sus propios autores, “la evaluación más detallada de la ciencia del clima jamás realizada”.
¿Qué es el cambio climático?
Usamos estas dos palabras para referirnos a la alteración del clima en el planeta Tierra como consecuencia de la actividad humana y del ciclo natural. En la actualidad, supone uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el mundo: una amenaza que, de no destinar esfuerzos para frenarla, pone en riesgo nuestro porvenir.
El informe del IPCC muestra que la crisis climática se está agravando, pero también traza caminos para avanzar hacia un futuro más sostenible.
El objetivo del Acuerdo de París sobre el clima, con el que se busca limitar el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales y aspirar a un ascenso límite de 1,5 grados, es una meta que los miembros del IPCC ven complicada. De hecho, vaticinan que será un hecho inevitable para 2040 la subida de la temperatura global por encima de estas cifras – e incluso superarla - si no se toman medidas decididas en los próximos años. Entre los datos que destaca el IPCC están que los últimos cinco años han sido los más calurosos registrados desde 1850 y que el impacto del calentamiento general tardará siglos o milenios en revertirse.
Los expertos amplían sus conclusiones indicando que este calentamiento global ha provocado y seguirá provocando fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo. Entre otros efectos, se prevé que se intensifique aún más el ciclo global del agua, incluyendo su variabilidad, las precipitaciones monzónicas y la gravedad de los fenómenos húmedos y secos.
Al mismo tiempo, en escenarios con un aumento de las emisiones de CO2, se vaticina desde el IPCC que los sumideros de carbono oceánicos y terrestres sean menos eficaces para frenar la acumulación de CO2 en la atmósfera y señalan que muchos de los cambios debidos a las emisiones pasadas y futuras de gases de efecto invernadero son irreversibles durante siglos o milenios, especialmente los cambios en el océano, las capas de hielo y el nivel global del mar.
Al examinar las causas del cambio climático, el informe del IPCC afirma que la combustión de combustibles fósiles para la energía, la industria y el transporte terrestre son los sectores que más contribuyen en una escala temporal de 100 años y que las emisiones actuales de Asia oriental y América del Norte son las que más contribuyen a un calentamiento futuro neto adicional tanto a corto como a largo plazo. En cuanto al posible impacto positivo en este aspecto de los confinamientos provocados por la pandemia de Covid-19, el informe afirma que, si bien dio lugar a reducciones detectables de las emisiones impulsadas en gran medida por la menor actividad del transporte, las mejoras en la calidad del aire no fueron tan grandes como cabría esperar y se hace necesaria la aplicación sostenida de políticas que aborden la calidad del aire y el cambio climático.
Emisiones netas cero, primer paso indispensable
Desde el punto de vista de la ciencia, limitar el calentamiento global inducido por el hombre a un nivel específico requiere limitar las emisiones acumuladas de CO2, alcanzando al menos las emisiones netas cero de CO2, junto con fuertes reducciones en las emisiones de otros gases de efecto invernadero. Unas reducciones fuertes, rápidas y sostenidas de las emisiones de CH4 también limitarían el efecto de calentamiento resultante de la disminución de la contaminación por aerosoles y mejorarían la calidad del aire.
La iniciativa privada es tan importante como la pública para alcanzar estos objetivos. En este ámbito, Santander ha anunciado en 2021 su ambición de alcanzar cero emisiones netas de carbono en todo el Grupo en 2050, con el fin de apoyar los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Este objetivo se plantea tanto para la propia actividad del grupo, que es neutro en carbono desde 2020, como para todas las emisiones de sus clientes derivadas de cualquiera de los servicios, asesoramiento o inversión que ofrece Santander, que se ha comprometido a movillizar más de 120.000 millones de euros de financiación verde hasta 2025 para apoyar a empresas y clientes hacia una transición verde.
Santander está trabajando en tres líneas para contribuir a estos objetivos:
En primer lugar, gestionando la huella de nuestras propias operaciones, la que generan nuestros 190.000 empleados desplazándose a la oficina, en sus espacios de trabajo, o visitando clientes.
En segundo lugar, apoyando a nuestros 150 millones de clientes en su transición. Al tiempo que seguimos liderando la financiación de energías renovables, estamos desarrollando nuestra oferta de productos y servicios para atender las necesidades de transición de clientes corporativos, pymes, instituciones y particulares.
Y la tercera línea es incorporar el clima en nuestra gestión de riesgos y fijar y alcanzar objetivos de descarbonización en nuestra actividad financiera con sectores de altas emisiones como el de generación eléctrica, el petróleo y el gas, el transporte o la minería y metalurgia. Esto afecta no solo a nuestras propias emisiones, si no a las de todos nuestros clientes
En cualquier caso, la respuesta tiene que ir más allá y, según este panel intergubernamental de expertos, pasa, además de por la reducción profunda e inmediata de las emisiones, por la extracción de cantidades masivas de dióxido de carbono de la atmósfera. Es decir, el mundo necesita soluciones que eliminen las emisiones además de reducirlas.
Proyectos de Santander
En este sentido, podemos destacar algunos ejemplos en los que Santander es protagonista a través de su plan de compensación de emisiones de carbono con cinco proyectos que han sido certificados por cumplir con estándares internacionales reconocidos como el Gold Standard, el Verified Carbon Standard (VCS) y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kioto. Estos proyectos son los de energía eólica Oaxaca III en México; la reforestación en Guadalajara (España); la central hidroeléctrica Salto Pilão en Brasil; el proyecto de reducción de las emisiones de N2O en Krefeld (Alemania), y la recuperación de gas en el vertedero Bluesource de Spartanburg (Carolina del Sur, Estados Unidos).
Además, el banco avanza en otros objetivos, como utilizar el 100 % de la electricidad procedente de fuentes renovables en todos los países en los que opera en 2025 siempre que sea posible certificar la fuente de la electricidad. A cierre de 2020, el 57% de la electricidad utilizada por el banco procedía de fuentes renovables y se ha alcanzado la total eliminación en 2021 de todos los plásticos innecesarios en sus oficinas.
Es necesario ponerse manos a la obra inmediatamente
Sin embargo, el mundo está lejos de una trayectoria que satisfaga la necesidad de eliminación de emisiones de carbono. La capacidad debe multiplicarse por 50 de aquí a mediados de siglo para cumplir los objetivos climáticos esenciales. La clave para permitir este crecimiento es el desarrollo de marcos políticos y de inversión eficaces, que garanticen que las tecnologías de eliminación puedan ampliarse y contribuir al nivel que, según los científicos del clima, es necesario para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas, el factor más importante para reducir el cambio climático.
Los escenarios con emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) bajas o muy bajas conducen en pocos años a efectos palpables en las concentraciones de gases de efecto invernadero y aerosoles, así como en la calidad del aire, en comparación con los escenarios de emisiones de GEI altas y muy altas. En estos escenarios contrastados, las diferencias en tendencias de la temperatura global de la superficie comenzarían a surgir en un plazo de unos 20 años, y en periodos más largos para muchos otros impulsores del impacto climático.
Todo esto hace que la conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26), aplazada en 2020 a este año por la pandemia, sea aún más importante. En la COP21 de París, los países acordaron volver cinco años después para presentar objetivos significativos y ambiciosos, algo que no se ha conseguido pese a que hace solo tres años, el IPCC predijo que el planeta iba a superar el umbral crítico de aumento de la temperatura y subrayó que había muchas vías para limitar los daños si se actuaba de inmediato.
Apoyo político
El IPCC tiene claro que la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS, bioenergy with carbon capture and storage) no es solo una importante solución de mitigación, sino que es indispensable para alcanzar nuestros objetivos climáticos colectivos. Muchos países, como el Reino Unido, Dinamarca y Suecia, están siguiendo el consenso científico y considerando el papel de la BECCS en las estrategias nacionales de bioenergía y emisiones negativas.
En Bruselas, la Comisión Europea acaba de proponer un ambicioso y amplio conjunto de medidas legislativas para situar a la Unión Europea (UE) en la senda de la neutralidad climática para 2050. En consonancia con las últimas conclusiones del IPCC, la propia evaluación de impacto de la Comisión utilizada para diseñar estas acciones también ha mostrado que el uso de biomasa sostenible debe aumentar sustancialmente para apoyar el despliegue de BECCS.
Frente a este consenso, resulta evidente que se necesitan políticas para proteger y ampliar las cadenas de suministro de bioenergía establecidas para satisfacer la creciente demanda de BECCS. Asimismo, el mantenimiento de los actuales criterios de sostenibilidad de la biomasa de la UE, líderes en el mundo, proporcionará la tan necesaria seguridad normativa, que es fundamental para garantizar un flujo adecuado de capital privado en el sector. Las decisiones que tomen los responsables políticos en 2021 determinarán si se liberan las contribuciones necesarias de la BECCS a la hora de realizar el Green Deal europeo.
El último informe del IPCC puede mostrar que la crisis climática se está agravando, pero también traza caminos hacia un futuro más sostenible.