La insolvencia es la incapacidad que tiene una persona o empresa para pagar a tiempo sus obligaciones económicas o deudas. Aunque los motivos para llegar a esa situación pueden ser muy variados, generalmente ocurre por una gestión financiera incorrecta. Te contamos cuáles son las causas más frecuentes y qué aspectos debes vigilar para mantener tu economía libre de esta situación indeseada.
Como deudor, cuando contraes obligaciones es fundamental planificar previamente la devolución al prestamista para evitar problemas financieros. No hacerlo puede ocasionar un desbalance en tus finanzas que te impediría cumplir con dichas deudas económicas a tiempo y que te llevaría a ti, o a tu negocio, a ser insolvente. Para impedirlo, debes tener en cuenta los plazos pactados, la cuantía de las cuotas o estar preparado para cubrir algún imprevisto, como la disminución o pérdida de ingresos o un aumento inesperado de gastos.
A grandes rasgos, existen dos tipos principales de insolvencia. Uno se caracteriza por tener un carácter temporal y el otro por ser un estado más permanente. Eso sí, dependiendo del país y el marco jurídico en el que estés, pueden recibir otras denominaciones, así como tener consecuencias legales y financieras diferentes. Aquí vamos a enfocarnos en explicarte, de una forma general, en qué consiste cada uno de ellos.
¿Insolvencia o quiebra?
Existen países en los que la insolvencia de balance es el primer paso hacia la condición de quiebra o bancarrota. Sin embargo, hay otros en los que la insolvencia y bancarrota se refiere a casos distintos. En Reino Unido, por ejemplo, existe una ley de insolvencia que regula los negocios y una ley específica de quiebras para las personas. Mientras que en países como España, existe la Ley de Segunda Oportunidad para que las personas físicas y autónomos en situación de insolvencia puedan cancelar la totalidad de las deudas y empezar desde cero, evitando quedar atrapados para siempre la quiebra económica.
Consecuencias de un proceso de insolvencia
La insolvencia tiene efectos negativos en el presente, pero también en el futuro. Por ejemplo, si tienes problemas temporales de flujo de caja o efectivo, el tiempo que dejes de pagar tus obligaciones mientras encuentras liquidez originará los respectivos intereses de mora que tendrás que asumir. Si es insolvencia de balance, a la liquidación de tus activos, le tendrás que añadir el daño en tu historial o expediente financiero, en el que se detallan las deudas o los impagos. Esto te dificultará acceder a productos y servicios financieros más adelante, como créditos o préstamos.
También existe la posibilidad de que la insolvencia sea considerada un delito (insolvencia punible) cuando se comprueba que la persona o empresa ha evadido la obligación de pago a través de actos ilegales. Por ejemplo, ocultando los activos para no tener que utilizarlos para responder con la deuda o alterando la documentación para disfrazar la situación financiera real. Hay países en los que la insolvencia punible es castigada con multas y otros en los que se condena con penas de prisión.
La planificación y gestión incorrectas de tus obligaciones económicas puede ocasionar diversos efectos negativos para tu salud financiera. Mantener el balance adecuado entre los ingresos y los gastos es una de las claves para lograr tus objetivos, como el ahorro o la inversión, o los de tu negocio, como la rentabilidad.