Los ciberdelincuentes se aprovechan del desconocimiento que existe sobre este tipo de activos digitales para atraer a inversores potenciales y quedarse con su dinero. Prometen altos rendimientos a sus inversiones con nulo o escaso riesgo. Los anuncios en las redes sociales y el falso “respaldo” de celebridades son algunas de las técnicas más utilizadas. Te contamos cómo funcionan y qué puedes hacer para no caer en el fraude.
Las criptomonedas son, de una forma general, monedas digitales que utilizan un cifrado criptográfico para garantizar su autenticidad y que no sea posible hacer copias. Funcionan con la tecnología blockchain, una cadena de bloques, y se almacenan y gestionan a través de monederos o carteras digitales -wallet, en inglés-.
A diferencia del dinero tradicional, es decir, el efectivo que llevas en el bolsillo o el que utilizas con tus tarjetas bancarias o teléfono móvil, los activos digitales no están respaldados por los bancos centrales u otras entidades públicas. Tampoco están regulados ni controlados por ninguna otra institución y no requieren de intermediaros en las transacciones. Una de las características de blockchain es que no permite borrar o alterar los datos de sus registros. Así, una vez realizas las transacciones como comprar o vender las criptomonedas, no es posible intervenir o cancelar la operación. En pocas palabras, no hay marcha atrás de las transacciones en caso de estafa.
Los delincuentes que buscan estafarte utilizando las criptomonedas como anzuelo se pueden hacer pasar por asesores financieros, representantes de empresas, o celebridades. Incluso llegan a crear perfiles falsos en las redes sociales o en las aplicaciones de citas. A través de técnicas de ingeniería social diseñan un entramado de inversión con el que intentan demostrar que se trata de una acción totalmente legal y legítima. La intención es que utilices tu dinero para comprar criptomonedas y luego se las transfieras o entregues su control con la excusa de ayudarte a multiplicar tu inversión. Como otra de las características de estos activos digitales es el anonimato en los pagos, una vez hecha la operación es prácticamente imposible rastrear los fondos y recuperar el dinero.
Te contamos, a través de un ejemplo, cómo funciona una de las técnicas más utilizadas en este tipo de estafas: A Natalia le encanta la música. Un día, navegando por Internet, encuentra un anuncio de su artista favorito en el que supuestamente recomienda invertir en una criptomoneda. A ella le llama la atención y decide hacer clic en el enlace de la publicidad. De esta forma, es redireccionada a otra página web en la que tiene que introducir sus datos personales para recibir más información. Dicho sitio fue diseñado por el delincuente para que parezca real y no despierte sospechas.
Después de facilitar sus datos, Natalia es contactada telefónicamente –aunque también existe el contacto a través de las redes sociales, los mensajes de texto al teléfono o el correo electrónico- por el estafador. Este se hace pasar por un asesor financiero para ofrecerle un alto rendimiento con la inversión en dicha criptomoneda. En estos casos, es habitual que los delincuentes utilicen tácticas de venta en las que presionan a las víctimas para que completen la operación en ese mismo momento.
Como ella no conoce muy bien el funcionamiento de los activos digitales, le parece atractiva la inversión y acepta. El siguiente paso que le solicita el estafador es que descargue e instale un programa informático en su ordenador personal con el que, sin saberlo, Natalia le da acceso remoto al mismo. Cuando ella empieza a depositar su dinero en la plataforma de criptomonedas, el delincuente congela el acceso y se apodera de dichas cuentas y del dinero invertido.
La mejor defensa que existe frente a este tipo de estafas es estar alerta para detectar cualquier posible indicio de fraude. Debes tener en cuenta los siguientes consejos:
Siempre es recomendable que hagas tu propia investigación sobre la veracidad de la información, así como la autenticidad de las páginas web y plataformas e, incluso, de la celebridad o persona que supuestamente respalda la inversión. De esta forma crearas tu propio criterio para decidir. No hay mejor manera de defender tu dinero que dedicarle todo el tiempo que necesites para encontrar las respuestas que buscas. Es fundamental que no descargues nada sin antes comprobar que realmente es una inversión legitima.
Hay que prestar especial atención a aquellas ofertas y promociones que recibes sin ningún motivo en tu correo electrónico, así como a las oportunidades de inversión que aparecen en anuncios o que te llegan a través de tus redes sociales.
Por muy obvia que parezca esta recomendación, lo cierto es que los estafadores se inventan cualquier pretexto para pedirte que les transfieras tus recursos. A través de un SMS o diferentes redes sociales te contactan para hacerte creer que son un amigo o familiar que necesita ayuda urgente. Verifica y contrasta siempre la información, como que el nombre del perfil o usuario sea realmente de quien dice ser.
Esta frase semilla, por su traducción del inglés, es el conjunto de palabras que utilizas para acreditar que eres el titular de un monedero de criptomonedas en caso de que necesites recuperar el acceso debido a una avería o pérdida de tu ordenador o smartphone, por ejemplo. Compartirla es exponerte a ceder los fondos y el control de tu cuenta.
Desconfía cuando te encuentres con supuestas oportunidades de inversión que ofrecen condiciones o retornos mucho más atractivos de lo normal. Recuerda que de eso tan bueno no dan tanto y es posible que sea una estrategia para atraerte y quedarse con tus recursos.
El entorno digital es muy dinámico, así que es importante que estés actualizado y conozcas los diferentes tipos de fraude que van surgiendo para que puedas reconocer las señales que te alertan de que se trata de una estafa de inversión.
Tus bienes y ahorros son algo muy valioso como para que los arriesgues invirtiéndolos sin tener la seguridad de que estás tomando una decisión bien informada. Cualquier precaución es útil y puede marcar la diferencia entre mantener tu dinero a salvo o caer en una estafa.