Última actualización: 21/04/2023

Para este modelo productivo, la naturaleza no solo es la proveedora de los recursos que consumimos a diario, sino que también es un ejemplo de cómo debemos utilizarlos eficientemente. Te contamos en qué consiste la economía azul y cuáles son sus principios.

Las consecuencias negativas del cambio climático y la disminución de los recursos naturales son dos de los motivos principales que han llevado cada vez a más personas y organizaciones, tanto públicas como privadas, a preocuparse en los últimos años por buscar alternativas más sostenibles para sus hábitos de consumo o actividades. Seguramente hayas escuchado hablar de modelos de economía circular, economía verde o de finanzas sostenibles, cuyo objetivo principal es producir y consumir de una forma más responsable sin comprometer al planeta.

En 2010, el economista belga Gunter Pauli popularizó otra iniciativa: la economía azul. Y lo hizo después de publicar el libro The Blue Economy, en el que, además de explicar el concepto, propuso cerca de 100 opciones diferentes para elaborar productos de una forma sostenible. A modo de resumen, la idea principal de Pauli es desarrollar procesos productivos que imiten el funcionamiento de la naturaleza, es decir, que se aprovechen al máximo los recursos utilizados, que los residuos generados sean escasos o, que, en caso de producirlos, se transformen en materias primas para crear nuevos productos.

Los principios de la economía azul

Para entender mejor de qué se trata y cómo funciona la economía azul, vamos a conocer los principios más importantes en los que se basa, que, como ya hemos visto, están inspirados en los ecosistemas naturales.

Consumir localmente

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Seguramente, cuando pensamos en la forma en la que se alimentan los animales silvestres nos imaginamos a un tigre cazando en los alrededores de su hábitat o a una ardilla recolectando frutos secos de los árboles más cercanos. Este mismo planteamiento es el que sugiere la economía azul: que la sociedad consuma dependiendo de los recursos naturales que tiene más cerca a su disposición, sin la necesidad de depender de métodos de producción intensiva de alimentos en otras zonas que requieren grandes cadenas logísticas o medios de transporte que emiten gases de efecto invernadero al medioambiente.

Aprovechar todos los residuos

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En la naturaleza hay animales que se alimentan de frutas, pero desechan las cáscaras, que, a su vez, son aprovechadas por otros animales como parte de su dieta o que, al ser degradables, se descomponen y sirven como nutrientes para el suelo. Siguiendo este ejemplo, para la economía azul los residuos son considerados una fuente de riqueza, por lo que los materiales que resultan de un proceso productivo se pueden utilizar en otro ciclo como materia prima. El objetivo es que no existan desperdicios ni basura. Generar biocombustibles o materiales como los bioplásticos a partir de desechos vegetales son algunas alternativas.

Producir y usar lo indispensable

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Hay preguntas que son clave para la economía azul y que se deben hacer, tanto a la hora de producir como de consumir. Algunas de ellas son: ¿es indispensable? ¿es necesario? ¿se puede reemplazar por otro producto o materia prima? De este modo, existe una mayor conciencia que puede significar un menor uso de los recursos naturales y, en consecuencia, también una menor cantidad de residuos. El resultado final es un consumo más eficiente y enfocado en cubrir las necesidades básicas, renunciando a la producción excesiva y con la naturaleza como principal aliado y no como víctima.

¿Cuál es la diferencia entre economía azul y economía verde?

Seguramente te habrás dado cuenta de que la economía azul se basa en principios que también podríamos encontrar en modelos como la economía circular (el mayor aprovechamiento de los recursos) o en la economía verde (la protección del medioambiente), por lo que puede resultar confuso entender a primera vista en qué se diferencian.

Sin embargo, para Gunter Pauli, su mayor impulsor, la principal diferencia radica en que mientras la economía azul busca la eficiencia, aprovechando los recursos disponibles sin que el precio de los costes se incremente ni para las empresas ni para los consumidores, la economía verde, generalmente, conlleva una mayor inversión por parte de las compañías y que se traslada al usuario final, quien debe pagar un mayor precio por obtener un bien o servicio producido con sostenibilidad y responsabilidad.

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El papel de los océanos en la economía azul

También es común que las actividades productivas desarrolladas en los océanos -o que tengan relación con estos- se conozcan como economía azul, aunque su enfoque se distancie del que hemos explicado anteriormente. En este caso, se trata de que los sectores económicos que llevan a cabo su actividad en los mares, océanos y costas, ya sean de explotación de recursos -como la pesca o minería-, producción de energía, transporte marítimo o turismo, entre otras, reduzcan su impacto negativo en el medioambiente y se transformen en alternativas sostenibles.

Es decir, que el concepto de economía azul se centra en el papel de los mares como fuente económica y en la importancia de gestionar sus recursos de una forma eficiente, restaurando los ecosistemas dañados e introduciendo innovación que permita un aprovechamiento sostenible en el futuro. Precisamente la tecnología, de la mano de la investigación, es un potente aliado. En los últimos años han surgido soluciones orientadas a la limpieza de basuras y vertidos en el mundo marino.

En todo caso, se trate de la economía azul enfocada en los océanos o en la que imita el funcionamiento de la naturaleza, el objetivo que comparten es común: reducir el impacto negativo que las actividades humanas tienen sobre el planeta y adaptar nuestros hábitos de consumo a modelos más respetuosos con el medioambiente.

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