El crédito al consumo es una de las formas de financiación más populares para adquirir un producto o servicio. La posibilidad de aplazar los pagos o realizarlos en pequeñas cuotas anima a muchos consumidores a comprar una televisión más grande para sus hogares o el coche que tanto les gusta.

Silvia ha planeado irse de vacaciones, pero no dispone de dinero para el viaje. Como consecuencia, ha decidido informarse para solicitar un crédito al consumo con el que poder financiarlo. De esta manera, podrá disfrutar de unos días de descanso y devolver la cantidad en cómodos plazos.

¿Qué es un crédito al consumo?

Se trata de una relación contractual en la que un prestamista (una entidad bancaria o una entidad financiera) concede un crédito a un beneficiario con el fin de que pueda adquirir un determinado producto o servicio y costearlo a través de un medio de financiación, como un préstamo o un pago aplazado. 

Esta forma de financiación no es novedosa. La Asociación Internacional de Entidades de Crédito Prendario y Social señala la segunda mitad del siglo XV como el origen de la misma, cuando los frailes franciscanos de Italia prestaban dinero al campesinado para ayudarles en sus pagos. 

El crédito al consumo es un tipo de préstamo personal, al  igual que otras opciones como los créditos rápidos o los préstamos subvencionados. Sin embargo, la característica principal que lo diferencia de estos radica en su finalidad: esta financiación está destinada al consumo.

¿Cómo pedir un crédito al consumo?

Si Silvia finalmente decide pedir un crédito al consumo, podrá recurrir a dos tipos de prestamistas: su entidad bancaria o, de acuerdo con el carácter del producto que desea solicitar, un viaje, con la entidad financiera que tenga un acuerdo con la agencia de viajes en la que contratará sus vacaciones.  

Independientemente de ello, ambos entes realizarán un contrato de crédito al consumo, una vez hayan aprobado la petición, con el fin de formalizar la financiación. En este sentido, el documento deberá recoger: 

  • El importe prestado y el tipo de interés. Cuanto mayor es el plazo de devolución del dinero, menor será la cuota mensual; aunque el coste total será más alto porque se estarán pagando intereses durante más tiempo.
  • Los plazos de amortización y el importe de la cuota mensual, determinado por la tasa anual equivalente (TAE) y el plazo. Cuanto más elevada sea la TAE, más caro será el crédito.
  • Las comisiones de apertura y cancelación.
  • El derecho de desistimiento y la comisión de amortización anticipada. En este último caso, el consumidor puede devolver la totalidad del crédito antes de que finalice el contrato, pero deberá ser consciente del cobro que ha de asumir por la liquidación temprana del mismo.

Aunque estas cuestiones las podamos asociar a los préstamos, no debemos confundirlos con los créditos. Los primeros son operaciones orientadas al medio o largo plazo donde el prestamista ofrece una cantidad fija; mientras que en los segundos, enfocados a cubrir pequeñas necesidades de liquidez en el corto plazo, se ofrece una cantidad máxima que no tiene por qué ser utilizada en su totalidad. 

Si quieres conocer más diferencias entre los créditos y los préstamos, puedes hacerlo leyendo este artículo de Finanzas para Mortales. 

¿Qué debemos tener en cuenta antes de pedir un crédito al consumo?

Si vamos a pedir un crédito al consumo, es importante que valoremos si podemos hacer frente a las condiciones del contrato. Para ello, debemos analizar nuestra situación financiera de manera realista, con el fin de saber si vamos a poder asumir la deuda sin que esto suponga un problema mayor. En este sentido, no solo debemos limitarnos a considerar los gastos y los ingresos que tenemos en el momento. También hay que tener en cuenta que pueden surgir gastos imprevistos que dificulten el reembolso del importe solicitado. Por eso, hay que dejar un margen económico para hacerles frente.

Otra cuestión a la que debemos prestar atención es la devolución. Demorarnos en ella impacta directamente en el incremento de los intereses; y, por tanto, el importe a devolver. Para evitarlo, hay que acordar con el prestamista, ya sea una entidad bancaria o una financiera, tanto el importe solicitado como aquellas condiciones importantes entre las que se encuentra el plazo de reembolso.

Es fundamental considerar estos aspectos porque, en los créditos al consumo, no hay un aval real, es decir, un contrato por el cual una persona física o jurídica asume las obligaciones de pago del beneficiario, en el caso de que este no responda; sino que el cliente compromete sus propiedades presentes y futuras con el fin de responder a la deuda. Por este motivo, ha de ser previamente estudiada su solvencia.

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