El contenido generado por los propios usuarios es una tendencia a la que estamos acostumbrados en Internet y que vemos cada día en las redes sociales. En el mundo de la informática también es posible crear o mejorar aplicaciones, herramientas o programas utilizando el mismo modelo colaborativo.
Explicado de una forma muy sencilla, el software es el conjunto de instrucciones informáticas necesarias para que nuestros dispositivos electrónicos realicen las tareas para las que han sido diseñados. A dichas indicaciones, que son escritas en un lenguaje de programación, se les conoce como código fuente. Aunque solemos asociar la palabra software al mundo de los ordenadores o smartphones, actualmente la mayoría de los aparatos que tenemos en casa u oficina funcionan gracias a uno de ellos: televisores, consolas de videojuegos, robots de limpieza, relojes inteligentes, etc.
Seguramente, alguna vez has tenido que recurrir al servicio técnico por el fallo en uno de estos dispositivos, pero ¿te imaginas poder repararlo tú mismo? En la década de los años 80, en la oficina donde trabajaba el programador estadounidense Richard Stallman, la impresora se solía atascar con el papel y sus compañeros solo se daban cuenta cuando acudían a recoger los documentos y estos no estaban listos. Entonces él modificó el código fuente del aparato para que siempre que tuviese un atasco enviara una notificación a los usuarios avisando del fallo y así ellos pudieran desatascarla.
Tiempo después, en la oficina reemplazaron la impresora por una nueva y entonces regresaron los problemas por los atascos del papel. Esta vez, cuando Stallman quiso hacer lo mismo que ya había hecho con la anterior, no pudo porque el acceso al código fuente estaba restringido por el fabricante. A partir de ese momento, inició un movimiento denominado “software libre”, que buscaba que los usuarios tuvieran la libertad de ver, modificar y distribuir el código fuente para adaptarlo a sus necesidades.
Código abierto, un método colaborativo
El caso de Stallman con la impresora fue el punto de partida para que en adelante un gran número de entendidos en programación se unieran con el fin de desarrollar software que no fuera propiedad de nadie y que estuviera al alcance de todo aquel que quisiera utilizarlo, mejorarlo o crear nuevos a partir del mismo código fuente. Hoy en día, principalmente en el mundo digital, es posible encontrar programas que han sido diseñados gracias a la colaboración de muchas personas.
En los ordenadores y smartphones existen diversos ejemplos de herramientas hechas con código abierto, como navegadores de Internet, sistemas operativos y aplicaciones para realizar prácticamente cualquier tipo de tarea, desde editar un video hasta diseñar una página web. Imaginemos una app para sacar fotografías con el teléfono móvil: es posible que una persona haya diseñado la primera versión y que, con el tiempo, alguien más haya detectado y corregido posibles fallos e, incluso, que un tercero esté ahora mismo desarrollando funciones adicionales de la misma aplicación. Todo, gracias a que el código fuente es público y se puede modificar.
Software de código abierto, libre o gratuito: ¿hay diferencias?
La respuesta a esa pregunta, que suele ser habitual, es sí. Hay diferencias entre los tres conceptos, aunque en ocasiones no resulte tan fácil evidenciarlas. A continuación, te explicamos cada uno:
Por último, como concepto contrario al del software de código abierto existe el de código cerrado o propietario, al que únicamente sus autores o dueños tienen el derecho exclusivo para verlo, copiarlo o editarlo. Este tipo de software también puede ser gratis o de pago.