Formación académica, experiencia laboral, cursos… Un profesional es mucho más de lo que muestra su currículum y, en muchas ocasiones, su forma de desarrollar el trabajo depende de la capacidad que tenga para resolver situaciones más allá de él. Esto forma parte de las soft skills y, a continuación, te explicamos su importancia. 

Ana tiene hoy una entrevista de trabajo. Aunque se encuentra inmersa en distintos procesos de selección relativos a su formación académica y experiencia, está especialmente interesada en este reclutamiento; ya que, además de saber que la empresa es líder en su sector, conoce las distintas iniciativas sociales y medioambientales que promueve la organización más allá de su negocio. 

Durante el encuentro, Ana no solo habla de qué estudió o de sus experiencias profesionales anteriores; también subraya su capacidad de adaptación a entornos cambiantes, su resiliencia y el deseo de trabajar en equipos multidisciplinares. Ana está poniendo de realce sus soft skills. 

Cuando buscamos empleo, nos sentimos más atraídos por aquellas organizaciones que promueven el bienestar entre sus empleados y la sociedad en general; por ejemplo, a través de medidas de conciliación laboral o ayudas a colectivos vulnerables. A su vez, las organizaciones cada vez se fijan más en aquellas habilidades de los candidatos con las que puedan afrontar distintas situaciones, fomentar el buen clima laboral… En definitiva, aportar valor en el día a día. 


¿Qué son las soft skills

El término soft skills proviene del inglés y se traduce habitualmente como “habilidades o competencias blandas”. Se trata de un concepto que ha ido ganando terreno en los últimos años en el campo de la empleabilidad, en consonancia con el aumento de la concienciación social que provoca, entre otros aspectos, entender que el trabajo no solo tiene que reportar beneficios económicos, sino experiencias positivas que estimulen el crecimiento personal. 


¿Cuáles son las más demandadas en la actualidad?

Al contrario que las hard skills o competencias duras, que se aprenden gracias a la formación académica y experiencia profesional (por ejemplo, los idiomas o el manejo de una determinada herramienta informática), las competencias blandas se adquieren gracias a las relaciones interpersonales sanas, el autocontrol o el trabajo de la autoestima.

Al ser subjetivas, no hay una clasificación cerrada ni incorrecta para ellas. No obstante, si tuviéramos que determinar algunas de las más populares en el ámbito profesional, más allá del sector en el que nos encontremos, podríamos mencionar: 

  • Adaptabilidad al cambio: es la adaptación a situaciones que se pueden presentar sin estar previstas y requieren afrontarlas con confianza. En este sentido, es importante ser proactivos y estar preparados ante distintos escenarios. 
  • Comunicación: es la capacidad para expresar pensamientos, ideas u opiniones de manera adecuada.
  • Creatividad: es la facilidad para imaginar y proponer ideas ingeniosas. 
  • Innovación: guarda una relación estrecha con la anterior habilidad. Son aquellas ideas alternativas y novedosas a soluciones comunes.  
  • Integridad: es la cualidad de ser honrado con las personas de nuestro entorno, siendo justos con nuestras decisiones. 
  • Pensamiento crítico: es la capacidad de analizar una situación de manera objetiva, buscando su clarificación, sin que influya sesgos externos. Esto favorecerá una toma de decisiones adecuada.  
  • Resolución de problemas: es la habilidad de ejecutar las respuestas más adecuadas ante situaciones adversas. 
  • Trabajo en equipo: interés por colaborar y aprender de otros compañeros, independientemente de su nivel jerárquico, con el fin de crear un buen ambiente laboral y alcanzar buenos resultados. Está estrechamente relacionado con la diversidad e inclusión.

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