La electricidad está presente en la mayor parte de las acciones que realizamos en nuestro día a día, desde cargar nuestros dispositivos electrónicos hasta poner la lavadora. Sin embargo, su consumo indiscriminado puede tener un importante impacto en nuestros bolsillos a final de mes, además de un indudable efecto negativo en el medioambiente. Entonces, ¿qué podemos hacer ante esta situación?
El consumo de energía es, a nivel global, la principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero como consecuencia de la actividad humana. De hecho, tal y como recoge la Agencia Europea del Medioambiente, dos tercios de esta exposición vienen dados por la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, el aumento del uso de energías renovables con las que abastecer las necesidades de la población está demostrando que un futuro más sostenible es posible. De hecho, ya es el presente de países como Noruega, cuyo sistema eléctrico se apoya, en un 98%, en fuentes de energía renovables como el agua.
La reducción del consumo eléctrico: pequeños gestos con grandes beneficios
El Acuerdo de París, alcanzado en 2015, constituye uno de los acontecimientos más importantes en la lucha contra el cambio climático de todos los tiempos. Con este acuerdo internacional, se establecen medidas para mitigar la emergencia medioambiental; asumiendo, entre otros compromisos, las emisiones netas cero en 2050. Para ello, según las Naciones Unidas, es necesario que en 2030 se reduzca en un 45% las emisiones con el fin de combatir el calentamiento global.
Por otro lado, y no menos importante, cada uno de nosotros debemos asumir una responsabilidad individual realizando un consumo razonable de la electricidad en nuestros hogares. Algunos de los hábitos que nos pueden ayudar a lograrlo, impactando directamente en nuestra economía doméstica y en la salud del planeta son: