La cadena de bloques (blockchain, en inglés) es una base de datos que permite almacenar información de un modo novedoso y las aplicaciones que puede tener son muy variadas. Muchas de ellas están aún en proceso de descubrimiento y desarrollo. Te contamos algunos de los ejemplos más avanzados.
Blockchain se ha dado a conocer a través de las criptodivisas, pero sus usos van mucho más allá.
Este artículo tiene exclusivamente carácter educativo y no refleja la opinión ni la estrategia de Banco Santander. Tampoco debe tomarse como asesoramiento financiero.
Nota: Los criptoactivos están expuestos a un elevado riesgo de iliquidez y pérdida total o indisponibilidad temporal del capital invertido, por tratarse de productos muy especulativos, con extrema volatilidad de precios y fuertes oscilaciones sobre su valor. Los criptoactivos no están regulados y pueden no ser adecuados para inversores minoristas. Sus precios se constituyen en ausencia de mecanismos que aseguren su correcta formación, como los presentes en los mercados de valores regulados. Asimismo, su fuerte dependencia tecnológica puede conllevar fallos operativos, amenazas cibernéticas y riesgos derivados de la custodia de los criptoactivos por el marco jurídico aplicable, así como en caso de robo o pérdida de credenciales o claves. Los criptoactivos también podrían entrañar riesgo de fraude o de blanqueo de capitales. Los criptoactivos podrían no enmarcarse en la regulación de la UE, en cuyo caso no se contaría con la protección prevista en dicha regulación y el capital invertido en los mismos no estaría cubierto por mecanismos como el Fondo de Garantía de Depósitos o el Fondo de Garantía de Inversiones. La resolución de cualquier conflicto podría resultar costosa.