Los dos conceptos prometen revolucionar la forma en la que utilizamos Internet y, aunque están muy relacionados entre sí, no significan los mismo. Mientras que uno se encargará de descentralizar la red, el otro creará un ‘nuevo mundo’ virtual en 3D.
La web3 y el metaverso son dos temas de los que cada vez se habla más cuando surgen conversaciones acerca de cuál podría ser el futuro de Internet. Sin embargo, aunque resulta fácil encontrar una gran cantidad de información en páginas web, medios de comunicación especializados y generalistas, o en las redes sociales, puede que en ocasiones parezca un poco difícil entender de qué se trata cada concepto, en qué se diferencia el uno del otro o, también, qué tienen en común.
Antes de intentar adentrarnos en estas dos innovaciones y explicarte cómo podrían cambiar la forma en la que interactuamos a través de la red, es preciso saber que, tanto la web3 como el metaverso, son proyectos que aún se encuentran en fase de desarrollo y su potencial real dependerá en gran parte del uso, aceptación e implicación futura por parte de los propios usuarios. Se espera que ambos conceptos se basen, principalmente, en la tecnología blockchain o cadena de bloques, que, como seguramente ya habrás escuchado hablar, permite crear, guardar y transferir datos o valores digitales de una forma completamente segura y descentralizada, es decir, sin el control de un servidor central.
En el caso específico del metaverso, aspectos como la portabilidad de los activos o la identidad descentralizada autogestionada dependerá de que se construya con blockchain.
¿Qué es la web3?
Como te podrás imaginar, si hoy estamos hablando de la web3 es porque existen versiones anteriores: la web1 y web2 (o también denominada web 2.0). La primera se basó, principalmente, en la publicación de contenidos que eran consumidos por los usuarios de una forma pasiva (sin interacción) a través de blogs y portales creados en una infraestructura de protocolos abiertos, lo que significa que no le pertenecían a una única compañía. La segunda y que está vigente actualmente, en cambio, se caracteriza por la aparición de las redes sociales y por la participación de los usuarios, que se convirtieron en creadores de contenidos. Sin embargo, la actividad se centraliza en dichas redes sociales, que controlan la distribución de la información y los datos de los usuarios.
Por su parte, la web3 promete combinar lo mejor de sus antecesoras: regresar a los protocolos abiertos de la web1, manteniendo, al mismo tiempo, la participación de los usuarios en la creación de contenidos de la web2. Y para conseguirlo, se basará en la tecnología blockchain y las opciones que esta ofrece: una infraestructura descentralizada donde cada usuario será dueño de sus datos y la posibilidad de intercambiar activos digitales representados en tokens.
Puede que en este punto ya entiendas qué es la web3 y cuáles son las principales diferencias con las versiones anteriores, pero para dejarlo aún más claro, veamos un ejemplo. Actualmente, a la hora de formar parte de una red social es preciso aportar nuestros datos para crear un usuario y poder interactuar o publicar contenidos en dicha plataforma. Esos datos y el contenido son utilizados por la propietaria de la red social para monetizarlos a través de anuncios publicitarios personalizados, por ejemplo. Ahora bien, con la web3, los usuarios serían dueños de sus datos y podrían obtener tokens por sus contenidos directamente de otros usuarios. En resumen, se trata de una nueva forma de Internet, donde los desarrolladores y usuarios son los propietarios y su trabajo es recompensado bajo un modelo de ‘tokenización’.
¿Cuál es la diferencia entre web3 y el metaverso?
Es posible que las dudas sobre si la web3 y el metaverso son lo mismo se deban a que, como ya hemos dicho, se trata de proyectos en fase de desarrollo y relacionados con la cadena de bloques. El metaverso es, a grandes rasgos, un nuevo ecosistema virtual en tres dimensiones (3D) que busca ofrecer una experiencia inmersiva parecida a la del mundo físico, y en el que los participantes puedan trabajar, estudiar, jugar, hacer transacciones económicas, entre muchas otras actividades de la vida diaria.
Como vemos, el concepto de metaverso hace referencia a la creación de un ‘nuevo mundo’ a través de Internet, mientras que la web3 se enfoca en la creación de la infraestructura descentralizada para que los usuarios creen y gestionen sus activos digitales, incluso en el propio metaverso.
¿Qué tienen en común la web3 y el metaverso?
Ahora, que ya sabes en qué se diferencian, te vamos a explicar lo que tienen en común. De una forma práctica, podemos decir que el metaverso, para llegar a ser lo que promete, necesita que los usuarios trasladen a su entorno tridimensional actividades como jugar, trabajar, estudiar, entre muchas otras. De ese modo, la interacción entre los participantes daría paso a una nueva economía digital, con relaciones comerciales y sociales basadas en los activos digitales de cada uno. Y es allí donde la web3 -que descentraliza la propiedad de los datos- entra en acción, haciendo posibles y seguras transacciones como las de los NFTs o cualquier otro intercambio de valores entre los usuarios de Internet.