La pandemia de coronavirus acelerará aún más la tendencia hacia una economía digital. Para lograr crecimiento económico en este nuevo mundo, Latinoamérica debe abordar a algunas cuestiones específicas. Una de ellas está relacionada con su capital humano, con las capacidades de su población activa.
El lado positivo es que Latinoamérica tiene una población más joven que Europa. El coste de muchas tecnologías sigue protegiendo a muchos trabajadores de la automatización basada en la tecnología, aunque esto cambiará con el tiempo. El lado negativo es que la población empezará a envejecer a partir de 2020. El porcentaje de puestos de trabajo susceptibles de automatización es superior al de las economías desarrolladas.
La necesidad de formación continua para adultos es, en todo caso, tan acuciante como en otras partes del mundo. Sin embargo, a la hora de ofrecer este tipo de educación, Latinoamérica está por detrás de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el organismo de políticas multilaterales con sede en París. Y si eres mujer en esta región, es probable que tengas aún menos acceso a formación para adultos.
Pero hay cosas sensatas y factibles que podemos hacer para abordar estos problemas. Santander es el mayor patrocinador de educación superior en todo el mundo y el banco líder en Latinoamérica. Por lo tanto, es lógico que patrocinemos este informe de la OCDE sobre cómo potenciar la formación para adultos en la región.
El informe publicado pone de manifiesto los retos específicos que afronta Latinoamérica para desarrollar programas de formación continua para una economía moderna. Las pequeñas y medianas empresas y la economía sumergida, que desempeñan un papel crucial en las economías latinoamericanas, tienen menos probabilidades de ofrecer formación. La tecnología y la automatización son factores menos relevantes que en la mayoría de los mercados de la OCDE. Los países latinoamericanos invierten menos en políticas activas para el mercado laboral y las empresas son las que compensan parte de esta diferencia. Y aunque las autoridades nacionales de educación son actores importantes en la formación para adultos, su eficacia debe mejorar.
El informe destaca también que, cuando están bien diseñados, los incentivos financieros para que las empresas proporcionen formación pueden ser políticas efectivas, como demuestran los programas de Chile y Argentina. Establecer incentivos financieros para empresas en lugar de para particulares tiene la ventaja de que así es más probable que la formación satisfaga las necesidades específicas de las empresas y, por lo tanto, sirva para corregir deficiencias concretas de acuerdo con las necesidades del mercado laboral.
El informe sostiene que todas las partes interesadas, tanto públicas como privadas, deben contribuir de forma equitativa a orientar y fomentar la formación continua para mejorar su bienestar económico y social.