Todos tenemos un “cajón” donde guardamos todo aquello a lo que hemos renunciado al haber tomado cualquier decisión. Esta renuncia es lo que llamamos “coste de oportunidad” en el mundo de la economía. ¿Cómo podemos saber si hemos salido ganando a largo plazo?
Es viernes por la noche, ha sido una semana larga de trabajo y tenemos una pequeña cantidad de dinero reservada para hacer algo entretenido. Tenemos que elegir entre ir al cine o salir a cenar. Aquella opción que vayamos a desechar será nuestro coste de oportunidad. En este caso, si nos decantamos por la cena, nuestro coste de oportunidad será el precio de dicha comida sumado a lo que hemos renunciado por no haber ido al cine.
Por lo tanto, cuando adquirimos algo pagamos dos costes: el propio de lo que hemos adquirido y el coste de todo a lo que hemos renunciado por ello. Y ahí reside la utilidad de todo coste de oportunidad: saber qué dejamos de ganar al elegir una opción de entre todas las que tenemos.
Por ejemplo, a la hora de decidir qué hacemos con nuestro dinero: si elegimos invertirlo, nuestro coste de oportunidad será ahorrarlo, y si decidimos ahorrarlo, nuestro coste de oportunidad será invertirlo.
Tener siempre presente el coste de oportunidad de nuestras acciones nos ayuda a tomar mejores decisiones. Para exprimir al máximo su utilidad en cuanto a decisiones financieras se refiere, debemos tener en cuenta, principalmente, dos factores; primero, que el coste de oportunidad nos permite tomar conciencia de la oportunidad perdida, y por lo tanto, nos lleva a tomar decisiones más argumentadas y para las que nos hemos informado mejor. En segundo lugar, nos permite comparar precios, beneficios y ventajas de las diferentes opciones que se nos plantean.
¿Y cuáles son los mayores enemigos a la hora de tomar una decisión? En muchas ocasiones, la falta de tiempo para calcular costes y analizar las ventajas y los inconvenientes de una opción u otra, nos empujan a tomar una decisión precipitada. A veces, los beneficios y los costes de las diferentes alternativas no van a ser tangibles ni visibles a corto plazo, por lo que dedicar tiempo e informarnos nos puede ayudar a minimizar los costes de cualquier decisión, incluido el de oportunidad.