Las reformas regulatorias que sucedieron a la gran crisis financiera han cumplido sus objetivos de forma holgada a la hora de garantizar la solidez prudencial y la estabilidad bancaria. Desde entonces, los nuevos competidores han transformado drásticamente el panorama competitivo en los servicios financieros y han ayudado a impulsar la innovación y han generado nuevas oportunidades, aunque también han creado nuevos riesgos y desafíos. Al mismo tiempo, la transición hacia un modelo más sostenible está planteando nuevas exigencias para la banca. ¿Cómo pueden las autoridades mantener la competencia, el dinamismo y la solidez —factores críticos para el sistema financiero— y al mismo tiempo garantizar unas condiciones de competencia equitativas? ¿Cuál es la mejor forma de garantizar la competencia, impulsar la transición ecológica y prestar mejores servicios a empresas y personas?