Al acto han asistido Manuel Iturbe, director territorial de Cantabria y Asturias de Banco Santander, y Gema Igual, alcaldesa de la ciudad de Santander.

Muchas de las obras que aparecen en la lona que cubre la fachada estarán expuestas en el interior, una vez que se inaugure el edificio.

Santander, 2 de diciembre de 2021.
Banco Santander, a través de la Fundación Banco Santander, ha desplegado sobre la fachada principal del Espacio Pereda una lona de 1.375 metros cuadrados de superficie, que recoge algunas de las obras pictóricas más significativas de la Colección Banco Santander. La Colección se ha formado a lo largo de más de 160 años por las diversas entidades financieras que se han ido integrando en lo que hoy constituye Banco Santander.

Es una de las colecciones corporativas más relevantes que existen, no solo por su valía histórica, sino porque gran parte de sus piezas hacen referencia a grandes cuestiones de nuestro tiempo.  Actualmente, estas obras se encuentran en la Sala de Arte de la Ciudad Financiera Grupo Santander, en Boadilla del Monte (Madrid), en una exposición que reúne más de 200 obras de reconocidos maestros como El Greco, Zurbarán, Sorolla, Picasso, Miró o Barceló; y que permiten realizar un recorrido único por la historia del arte desde el siglo XVI hasta la actualidad.

Este acto es continuación del proyecto “Vísteme con arte”, que se puso en marcha hace unos meses y que contó con la participación de catorce artistas cántabros o vinculados con la región para convertir las vallas de obra de la fachada sur en una exposición al aire libre de arte contemporáneo.

Manuel Iturbe, director territorial de Cantabria y Asturias de Banco Santander, y Gema Igual, alcaldesa de la ciudad, han asistido al despliegue de la lona que cubrirá la fachada principal del Espacio Pereda durante la ejecución de la obra, hasta finalizar los trabajos de contención y estructurales del edificio. 

Gema Igual ha puesto en valor “esta nueva iniciativa de Banco Santander supone otro aliciente más para lo que será Espacio Pereda y un respaldo decidido a la cultura en la capital cántabra”. Igual ha agradecido a la institución que haya decidido acompañar el proceso de las obras con estos estímulos culturales, que ha calificado de fundamentales “para mantener vivas las expectativas generadas con el proyecto y para dinamizar la vida social y creativa de Santander”.

Por su parte Manuel Iturbe ha señalado que: “queremos que el proceso de construcción del Espacio Pereda vaya acompañado de lo que va a ser su esencia: el apoyo a la cultura. Por eso, cada fase del proyecto de obra conlleva asociado un guiño cultural, que permite ir desvelando poco a poco en qué se convertirá el Espacio Pereda dentro de unos años. Un espacio en el cual queremos unir cultura y desarrollo, arte y tecnología, y que sea un lugar de encuentro para la cultura y los jóvenes talentos. En definitiva, un espacio abierto a todos”.

Detalle de las piezas que aparecen en la lona

“Ángeles Ceroferarios” (Anónimo burgalés)

Son de la segunda mitad siglo XV. Los ángeles ceroferarios o turiferarios son los portadores de cirios. Aparecen representados en arquitectura acompañando a la Virgen y al Niño, tanto en los retablos, como en los tímpanos de las portadas de iglesias y catedrales.

“La predicación de San Juan Bautista”, h. 1537/1540 (Lucas Cranach el Viejo)

En esta obra, resulta singular el improvisado púlpito con el tronco podado sobre el que predica el Bautista. Los diez oyentes de pie y los tres caballeros del fondo se disponen en profundidad, formando una especie de embudo. Los árboles y el suelo bien tupidos rellenan el espacio, contrastando también su verde uniforme con las figuras, hombres y mujeres que escuchan atentos y ensimismados.

“La presentación de Jesús y purificación de María en el templo”, 1535/1545 (Anónimo seguidor de Juan de Borgoña) y “Nacimiento de Jesús y anuncio a los pastores”, 1535/1545

Estas tablas se encontraban hace medio siglo en la Torre de Luzea (Guipúzcoa) como anónimo castellano. El origen de su estilo está en Juan de Borgoña (documentado en Toledo desde 1495 hasta su muerte), cuyo influjo sigue presente, aunque más diluido, en la disposición equilibrada de las figuras y en el escenario arquitectónico, incluido el pavimento. Existe una tercera tabla (Adoración de los Magos). Todas ellas miden casi lo mismo y, puesto que pertenecen al ciclo de la infancia de Jesús, cabe pensar que formaron parte de un mismo retablo.

“Don Diego de Mexía, Marqués de Leganés”, h. 1630. Van Dyck, (1599-1641)

El retrato del Marqués de Leganés pertenece a una época en la que van Dyck era uno de los retratistas más demandados de Amberes. En él presenta al político español de cuerpo entero y arropado de toda clase de elementos simbólicos alusivos a su condición de cortesano y militar, como son la espada, la venera de caballero de Santiago, la llave de gentilhombre del Rey o la mesa de despacho.

El Marqués de Leganés fue uno de los grandes coleccionistas de la época. Según parece, su colección llegó a atesorar unas 1300 obras, entre las que también se incluían artistas españoles como Velázquez, Ribera, Sánchez Coello o el Greco.

“El Mensajero”, h.1640. Fray Juan Ricci (1600-1681)

Juan Andrés Ricci ha sido visto como el “Zurbarán castellano” por la sobriedad y serenidad que inunda su obra, y por el silencio y naturalismo de su pintura. El gesto y actitud cordial del mensajero, inclinado con una carta en una mano y con el sombrero en la otra en disposición de reverencia, han de ser relacionados con los del general Spínola en “La rendición de Breda” de Velázquez y también se halla en otros encuentros como en el de “El cardenal-infante con el Emperador después de Nordlingen” de Rubens. 

“Asia” (serie Las cuatro partes del mundo), 1687. Luca Giordano

Esta obra forma parte de un conjunto de cuatro copias antiguas de la serie de Giordano enviadas para el Alcázar de Madrid en torno a 1687-1689, antes de la venida del pintor a España. Asia está representada por una joven coronada de flores flanqueada por hombres con diversas vestiduras y turbantes, un camello y muchos niños que encienden pebeteros, y al fondo un jinete clásico cabalgando, sin duda Alejandro Magno, su primer explorador.

“Carrer de la Noguera des del carrer de Balmes”, 1927. Francesc Gimeno (1858-1927)

Es una obra que conserva plenamente el vigor y la frescura habituales en el pintor, pese a haber sido pintada en sus últimos meses de vida, el período vital en que muchos artistas entran en un claro amaneramiento. Es un tema entrañable en la obra gimeniana, pues plasma la calle del antiguo pueblo de Sant Gervasi de Cassoles, en la que vivió y murió el pintor, la calle llamada hoy del pintor Gimeno. 

“Barcas en el Sena”, hacia 1894. Santiago Rusiñol (1861-1931)

Es una obra excelente de una de las épocas fundamentales del Rusiñol pintor: claro exponente de su típico impresionismo gris y comedido. 

“Baile en el café Novedades de Sevilla”, 1914. Joaquín Sorolla (1863-1923)

En 1900 Sorolla consigue el Grand Prix del Salón de París y en 1901 la medalla de honor de la Exposición Nacional de Madrid. A partir de entonces sus éxitos serán incontables y expondrá individualmente en París, Berlín, Düsseldorf, Colonia, Londres, Nueva York, Búfalo, Boston, Chicago y San Luis. Reflejo de estos éxitos, en 1913 el magnate y coleccionista americano Thomas F. Ryan le encarga dos cuadros, uno de ellos “Baile en el café Novedades de Sevilla”. 

“Manolas”, h. 1910. Francisco Iturrino (1864-1924)

Excelente composición de la serie de grupos de manolas que Iturrino pintó a menudo durante la primera década del siglo XX. Sería poco más o menos de la época en que Iturrino y Matisse pintaban juntos por Andalucía. Se trata de un óleo pintado con colores puros y pincelada aparentemente repentina, que se relaciona muy directamente con el fovismo coetáneo. 

“Montserrat Casas”, 1888 y “Dona rera persiana”, hacia 1890 Ramón Casas (1866-1932)

El retrato de Montserrat casas, hermana mayor del artista, es un gran lienzo en formato vertical, de pincelada suelta, como acusando ya un tímido influjo impresionista que aún tardaría un par de años en declararse abiertamente en su pintura. 

De una estancia en Montmartre es la pequeña obra “Dona rera persiana” [Mujer detrás de una persiana], en la que destaca la concepción «fotográfica» y el gusto por el abocetamiento de la factura.

“Coche de caballos y niño en la playa”, h. 1908 y “Niños en la playa”, h 1908. José Navarro Llorens (1867-1923)

Obras características de este habilidoso preciosista valenciano. Autodidacta y solitario, no solía concurrir a certámenes ni exposiciones, pero halló, a través de marchantes, un notable mercado internacional. El casticismo en la temática y la búsqueda de la brillantez, acentuada a menudo por diestros reflejos de luz en la piel de sus figuras, caracterizan su estilo y aparecen una y otra vez en sus numerosísimas obras.

“L’Hort dels escolanets. Monserrat”, h. 1931. Joaquim Mir (1873-1940)

Obra característica de la plena madurez del pintor, un realismo luminoso, con un dominio ágil y fluido de la técnica del óleo, alejado de resonancias simbolistas.

Este óleo corresponde ya a la segunda campaña del pintor en Montserrat (1931). Ahora, Mir ya no es el ingenuo visionario rebosante de nuevas ideas plásticas, sino el apacible padre de familia que ha hallado un camino digno y reposado en el que se conjuntan profesionalidad y oficio. 

“Muchachas bañistas”, h. 1930-35. Aurelio Arteta (1879-1940)

Típica composición del Arteta maduro, cada vez más simplificador de sus composiciones, ya de por sí tendentes a lo esquemático. El resultado es la creación de una sobria escena arquetípica con desnudos, de un constructivismo liberado ya de toda rigidez, muy semejante de tema, espíritu y factura a las “Bañistas” del mismo autor, que le valieron el Premio Nacional de Pintura de 1930.

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