Aunque a diferentes velocidades, las principales zonas monetarias encaran ahora un proceso gradual de normalización de tipos y reducción del precio del dinero. Analizamos el contexto macroeconómico y cómo afronta Santander este nuevo periodo.
Juan Cerruti, Economista Jefe de Santander
El proceso no será lineal a nivel global, habrá momentos de pausa en los recortes, inclusive de necesidad de volver a subir transitoriamente en algunos países para asegurar el descenso de la inflación.
A pesar de la mayor volatilidad macroeconómica, Santander ha manifestado al mercado su confianza en que seguirá mejorando su rentabilidad en 2025.
Como ya hemos demostrado, en los momentos complicados superamos a nuestros competidores y en 2025 esperamos aumentar los beneficios y la rentabilidad con ingresos estables y menores costes. Y esto es solo el principio de nuestro potencial como grupo. Como dijimos en el Investor Day, Santander está en una nueva fase de creación de valor, y estamos seguros de que nuestra escala, diversificación y el impacto de nuestra transformación nos permitirán volver a aumentar la rentabilidad en 2025. Además, gracias a nuestra fuerte generación de capital, esperamos retribuir a los accionistas con 10.000 millones de euros en recompras correspondientes a 2025 y 2026 y con exceso de capital, adicionales a la distribución ordinaria de dividendos en efectivo.
Hace aproximadamente dos años, los principales bancos centrales del mundo iniciaron una rápida subida de tipos de interés para tratar de contener la galopante inflación. En tiempo récord, los tipos pasaron de niveles casi cero en algunas regiones, como Europa y Estados Unidos, a situarse por encima del 4-5%, provocando un fuerte encarecimiento del dinero.
Hoy el panorama es distinto. La contundente actuación de los bancos centrales consiguió el objetivo de aplacar la inflación y evitar un recalentamiento de la economía. El ciclo de tipos ha cambiado hacia un nuevo escenario, donde se prevén nuevas bajadas con el fin de evitar un enfriamiento excesivo de la economía que derive en recesión.
Los tipos de interés son una herramienta fundamental de los bancos centrales para buscar la estabilidad de precios. Este texto aborda algunas cuestiones básicas sobre la política monetaria y cómo los bancos hacen de transmisores hacia la economía real.
Los tipos de interés son el precio del dinero. Es decir, el coste de pedir dinero prestado o los ingresos que se obtienen por ahorrarlo. Se calculan como un porcentaje sobre la cantidad prestada, invertida o depositada.
El tipo de interés oficial lo establecen los bancos centrales para controlar el nivel de precios de un país. En la Eurozona lo establece el Banco Central Europeo (BCE), y en Estados Unidos, la Reserva Federal. Este tipo de interés es el que pagan los bancos comerciales por pedir dinero prestado a los bancos centrales que son los que en última instancia controlan la oferta de dinero que hay en circulación.
Los bancos utilizan el tipo oficial como referencia para sus productos, como las hipotecas o los depósitos. Sin embargo, el tipo específico aplicado a cada producto financiero dependerá de factores como el plazo, el riesgo, la garantía, el tipo de operación o el perfil crediticio del cliente.
La política monetaria es un conjunto de acciones que los bancos centrales llevan a cabo para alcanzar su objetivo principal, que es la estabilidad de precios en el caso de Europa, y en Estados Unidos también el empleo. Para ello, existen instrumentos que permiten controlar la oferta de dinero y las condiciones de crédito, siendo los tipos de interés el más relevante.
Al ajustar los tipos de interés, los bancos centrales buscan influir en la inflación (el aumento en los precios de bienes y servicios en un periodo tiempo) para lograr un crecimiento económico estable a largo plazo.
Controlar la inflación es clave, ya que un aumento de precios elevado reduce el poder adquisitivo de las personas, desincentiva el ahorro (pues no interesa retrasar decisiones de consumo si pensamos que los precios serán más altos en el futuro) y, por tanto, reduce la inversión y el crecimiento económico a largo plazo. Además, el aumento de los precios nos hace menos competitivos frente a otros países, por lo que perjudica a las exportaciones y favorece las importaciones.
Por otro lado, una deflación (caída de precios continuada) puede perjudicar severamente el crecimiento económico y el empleo, pues puede provocar un retraso en las decisiones de consumo ante la expectativa de que los precios sigan bajando, haciendo caer la actividad económica.
Lo ideal es, por tanto, tener una tasa de inflación baja y estable en el tiempo.
Subiendo y bajando los tipos de interés, los bancos centrales impactan sobre las decisiones de consumo e inversión y, por tanto, sobre la oferta y la demanda de bienes y servicios, provocando ajustes en los precios y por tanto en la tasa de inflación.
Los cambios en los tipos de interés afectan a los precios de los bienes y servicios y a la actividad económica en general.
En este sentido, unos tipos de interés más bajos (lo que se denomina una política monetaria expansiva) fomentan un mayor endeudamiento e inversión, estimulando la demanda de productos y servicios y, por tanto, la actividad económica.
Por su parte, unos tipos más altos (o una política monetaria restrictiva) ayudan a frenar el gasto y el endeudamiento y, con ello, a reducir la inflación y enfriar el crecimiento.
La transmisión de la política monetaria a la economía no es inmediata y es difícil precisar el impacto exacto que las variaciones de tipos van a tener en la inflación y en la actividad, pues se ven afectadas muchas variables interrelacionadas entre sí. Algunas de ellas:
Por tanto, el impacto final de la política monetaria puede ser muy distinto en función de la evolución de todos estos factores y, de ahí, que los bancos centrales tengan que ir ajustándola a lo largo del tiempo.
Para los consumidores, un aumento en los tipos de interés implica, por un lado, una menor capacidad adquisitiva. El coste de los préstamos (hipotecas, tarjetas de crédito, etc.), se encarece, reduciendo los ingresos disponibles y frenando el gasto. Por otro lado, unos tipos más altos también hace que los ahorros generen mayores rendimientos, lo que incentiva a los consumidores a gastar menos y a ahorrar más a cambio de una mayor rentabilidad de su dinero.
Para las empresas, este incentivo para que los consumidores ahorren en lugar de gastar afecta en primer lugar a sus ingresos, ya que un menor consumo se traduce en una menor demanda de sus bienes y servicios. En segundo lugar, al igual que para los consumidores, unos tipos de interés más altos hacen que financiarse sea más caro, lo que reduce los márgenes.
La base del negocio bancario es canalizar los ahorros de los depositantes para ofrecer crédito a los clientes que deseen endeudarse para invertir o comprar bienes. La principal rentabilidad que obtiene el banco (lo que se llama el margen de intereses neto) está en la diferencia entre lo que cobra por prestar dinero y lo que paga por los depósitos de sus clientes.
Por tanto, los cambios en los tipos de interés pueden afectar directamente a la demanda de préstamos y el volumen de depósitos, impactando en su rentabilidad y en su estrategia en general.
La sensibilidad de los bancos a los cambios en los tipos de interés puede variar significativamente según el país, dependiendo de la estructura de sus balances. Por ejemplo, el tipo a los que conceden los préstamos (fijo o variable), las estrategias de cobertura (una forma que tienen los bancos de protegerse contra riesgos financieros, como los cambios en los tipos de interés), el entorno económico, los requerimientos regulatorios, etc.
En Santander, nuestra diversificación geográfica nos ayuda a compensar el impacto de las variaciones en los tipos de interés. Tenemos negocios que se benefician en el corto plazo cuando suben los tipos de interés (sensibilidad positiva) y otros que se ven afectados negativamente (sensibilidad negativa).
Por ejemplo:
La diversificación de nuestros negocios también desempeña un papel importante. Por ejemplo, en el sector de financiación al consumo los efectos de unos tipos de interés más bajos tardan más en materializarse debido al modelo del negocio. Los tipos de los préstamos al consumo suelen ser fijos, y sus plazos son más largos, por lo que la bajada de tipos tarda más tiempo en tener impacto.
Además, en el banco gestionamos de forma proactiva nuestro balance en los países en los que tenemos presencia, para anticiparnos a los movimientos en los tipos de interés y tratar de minimizar su impacto en la cuenta de resultados.
Al contratar una hipoteca, podemos elegir entre tres tipos de interés: